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lunes, 20 de febrero de 2017
¿QUÉ ES EL MINISTERIO DE LIBERACIÓN? ¿ES BÍBLICO?
El acuerdo general sobre la definición de "ministerio de liberación" suele centrarse en echar fuera los demonios o espíritus, en un intento de resolver problemas relacionados con demonios específicos. Por ejemplo, un ministro de liberación puede tratar de ayudar a alguien a vencer la ira, echando fuera un "espíritu de ira". Los ministerios de liberación también se centran en derribar fortalezas espirituales en la vida de una persona, encontrando sanidad interior, y reclamando la victoria de Cristo sobre todos los enemigos. Muchos se refieren a ataduras del alma, maldiciones, y los "derechos legales" de los demonios. Bíblicamente, los demonios o los espíritus malignos son conocidos por ser los ángeles caídos que se rebelaron con Satanás en el cielo (Apocalipsis 12:4, 9; Isaías 14:12-20; Ezequiel 28:1-19).
Sin duda hay muy poco en las Escrituras acerca de Satanás y su hueste de demonios. Muy poco se dice acerca de ser liberado de demonios, y no se dice nada sobre la liberación como un "ministerio". Los oficios de la iglesia se encuentran en Efesios 4:11. Primero fueron los apóstoles y profetas, el fundamento de la iglesia, siendo Jesús la principal piedra angular (Efesios 2:20). A continuación se mencionan los evangelistas, luego los pastores y maestros. La habilidad de echar fuera demonios no aparece como un don espiritual o una función ministerial.
Los evangelios y el libro de los Hechos relatan que Jesús y los discípulos echaron fuera demonios. Los segmentos de enseñanza del Nuevo Testamento (desde Romanos hasta Judas), se refieren a la actividad demoníaca, sin embargo no tratan el método de echarlos fuera, ni tampoco se exhorta a que los creyentes lo hagan. Se nos dice que nos vistamos de toda la armadura de Dios para que podamos estar firmes contra las huestes espirituales de maldad (Efesios 6:10-18). Se nos dice que debemos resistir al diablo (Santiago 4:7) y que no le demos lugar en nuestra vida (Efesios 4:27). Sin embargo, no se nos dice cómo echar fuera al diablo o a sus demonios de la vida de alguien, o que incluso deberíamos considerar la posibilidad de hacerlo.
Es interesante que no tenemos ningún registro de las instrucciones de Jesús a Sus discípulos sobre cómo echar fuera demonios, excepto en Mateo 12:43-45, donde se da alguna idea. Cuando los discípulos descubrieron que los demonios se les sujetaban en el nombre y la autoridad de Jesús, se alegraron (Lucas 10:17; Hechos 5:16; 8:7; 16:18; 19:12). Pero Jesús le dijo a sus discípulos: "Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos" (Lucas 10:20).
En lugar de recibir un "ministerio de liberación" específico, tenemos una autoridad en el poderoso nombre de Jesús. Un día, Juan le dijo a Jesús, "Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es" (Marcos 9:38-40). La autoridad sobre los demonios es sin duda el poder del Señor obrando.
El énfasis en la guerra espiritual se resalta en versículos tales como 1 Juan 4:4, "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo [el diablo]". La victoria es nuestra porque el Espíritu Santo mora en nosotros. Los creyentes pueden vencer sus luchas con el pasado, los hábitos y adicciones, porque "todo lo que es nacido de Dios vence al mundo" (1 Juan 5:4). Necesitamos la oración, el consejo sabio, y el apoyo de una buena iglesia, pero no necesariamente un "ministro de liberación".
Se nos dice "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe…Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca" (1 Pedro 5:8-10).
La clave de la victoria en la vida cristiana es estar llenos (controlados y empoderados) con el Espíritu Santo a cada instante (Efesios 5:18). El Padre sabe quiénes son de Él: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Romanos 8:14). El Espíritu Santo no habitará en alguien que no haya nacido de nuevo (Juan 3:3-8; 2 Timoteo 2:19; Hechos 1:8; 1 Corintios 3:16), por lo tanto, el primer paso en una victoria espiritual es poner nuestra fe en Jesucristo. Luego, regocíjese de que Jesús está en usted y usted tiene el poder y la victoria de Jesús.
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