El propósito de que Jesús fuera al desierto por 40 días fue prepararse para cumplir con su misión de vida. Él ya pasaba tiempo con Dios, diariamente compartía tiempo con él. Podríamos pensar que no necesitaba ir al desierto para estar con el Padre, pero obedece al Espíritu Santo para encontrarse con él y no se resiste. Fue a escuchar de él lo necesario para estar preparado para iniciar su misión pública entre nosotros.
Esto significa que, si quiero realmente saber qué quiere Dios para mí, es esencial buscarle intensamente y obedecer al Espíritu Santo para que nos guíe hacia él, renunciando a tomar el control que nos llevaría a buscar a Dios a nuestra manera y con nuestras fuerzas.
Por el contrario, es común ver pasar los días mientras invertimos nuestra energía en lo urgente, pero lo importante va quedando rezagado. Vivir cada día para buscar y disfrutar la presencia de Dios debería ser lo más importante en nuestras vidas, como lo fue para Cristo.
Las personas usan su tiempo en lo que más les importa, sea la familia, el trabajo o los pasatiempos favoritos. Pero la complicada rutina, el caos de las ciudades, los largos recorridos para trasladarse a la oficina y de vuelta al hogar; las responsabilidades propias de la posmodernidad como llevar el auto al taller, ir al supermercado, ir de compras, disfrutar de opciones de entretenimiento como el cine, al salón de belleza, al gimnasio y una larga lista de compromisos sociales, van dejando poco espacio para la pareja, los hijos, los padres o para Dios mismo.
Es común escuchar intrincados argumentos sobre por qué no es posible dedicar tiempo diario a la lectura de la Biblia o a la oración. Por lo general, se dice que uno está muy ocupado. Tenemos tiempo para muchas cosas, ¿y para Dios? Nuestra soberbia nos ha llevado al error de convertir la comunión con Dios en actividades a las cuales les asignamos un espacio en nuestras apretadas agendas. No obstante, la comunión con Dios no se trata únicamente de tener un tiempo para él.
Generalmente se enseña que la comunión con Dios consiste en orar, leer la Biblia y asistir al templo los domingos. Si bien Jesucristo hizo estas cosas, ¡los religiosos de su época también lo hacían! ¿Qué, pues, los hacía diferentes? La obediencia, la cual proviene de un corazón humillado que adora sinceramente al Padre.
Dios anhela pasar tiempo contigo, sí, merece tu atención, tu adoración y tu entrega a él, seguro que sí, mas tener comunión con él es hacer de estas cosas el medio, y no el fin, para hacer la voluntad del Señor.
Ir al desierto es sortear los obstáculos de la vida para pasar tiempo con él para ser uno con él y estar unido a él. Limitar nuestra búsqueda de Dios a unas horas a la semana se identifica más con los religiosos de la época de Cristo, que con Cristo.
Si nos remontamos al inicio de la creación, encontramos en el relato bíblico que el Creador formó al hombre y le dio vida el sexto día, es decir, el último. Al día siguiente, Dios descansó de su trabajo creativo. Aquello no fue casualidad. Durante el séptimo día, el primero de su existencia, el hombre pudo disfrutar a Dios y Dios de él. ¡Para eso lo creó! Para que ambos compartieran el tiempo y el espacio, sin embargo, por sí solo esto no produce comunión. Entonces, ¿qué?
Vamos por partes.
Para convertirnos de enemigos a adoradores de Dios y tener comunión con él, el principio de todo es la oración. Algunos creen que es algo místico y que al pronunciar ciertas palabras pasarán cosas en el ámbito espiritual que tendrán un impacto en el terrenal, como si fueran conjuros o palabras mágicas que hagan ocurrir lo deseado.
Jesús no usó la oración como un decreto o como un conjuro, sino para relacionarse con Dios en la intimidad, para conocerlo mejor y, al mismo tiempo, descubrir sus propios anhelos, temores y sus más profundos pensamientos. Lo que hacen los amigos. No obstante, en Dios hay un amigo y aun más que ello, un amo, un creador, un proveedor y un Padre.
A la iglesia han sido introducidas doctrinas orientales que enseñan que las palabras tienen poder y se les llama decretos o declaraciones. Al decretar la prosperidad, la salud o cualquier otro deseo, quien lo dice cree que verá materializados sus dichos, haciéndose dios ellos mismos. Ni la oración ni la fe tienen que ver con eso. Si bien los discípulos y el propio Maestro hicieron milagros por medio de la fe, creyendo que Dios los había escuchado, esto fue posible por su comunión con él, no porque pensaran que sus palabras harían que las cosas sucedieran. Ellos permanecieron en la palabra del Señor, pidieron, Dios escuchó y recibieron sus peticiones.
Muchos predicadores enseñan que la oración tiene poder. Es algo que suena impactante, pero es una falacia que está llena de religiosidad, misticismo y superstición. Suena a verdad, pero está lejos de ella. En realidad la oración no tiene poder, sino aquel a quien se invoca, a quien es dirigido el ruego. Él es quien tiene poder para responder y hacer, pues no hay algo imposible para el Señor.
No dejes pasar un solo día sin apartar un tiempo para Dios. Él tiene mucho que decirte, pero si usas la oración como un monólogo en el que le recuerdas tus problemas y le pides que intervenga, sencillamente nunca podrás escucharlo.
Si usamos el ejemplo que el mismo Jesucristo dio, cuando sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar, podemos retomar esta guía como modelo para conocer qué aspectos hay que mencionar cuando nos dirigimos a Dios (Mateo 6:9-13). Recuerda que no es un rezo y que no sirve de nada repetir las frases.
Cuando ores reconoce quién es a quien te diriges y recuerda quién eres tú. Alábale y confiesa sus atributos. Rinde honor a Dios con tu actitud y tus acciones. Sé un ejemplo de la soberanía de Dios en tu vida y pídele que gobierne en tu corazón y en el de las personas. Pide provisión material para cada día. Perdona y pide perdón, confiesa tus pecados y arrepiéntete. Pide que te sostenga en la tentación y que te libre de peligros. Al hacer estas cosas seguramente Dios tomará en cuenta tu oración, de lo contrario, no esperes que pase siquiera del techo.
Para pasar un tiempo diario a solas con Dios ora, alábale y dile lo que representa para ti. Luego viene meditar en algún fragmento de la Biblia (lleva un plan de lecturas diarias). Los muchos conocimientos y reflexiones son inútiles si no hay acción. Los mandamientos deben ser puestos por obra. Entonces tendrás comunión con Dios. Disfruta de su presencia y confía en que cosas extraordinarias comenzarán a suceder. Notarás cómo Dios interviene más y más en tu vida y a través de ti para bendecir a otros.
Anula las distracciones, este es el momento más sagrado del día; puedes dejar de hacer cualquier otra cosa, menos tener comunión con Dios. Nunca alguien podrá conocer a otro si no le dedica tiempo para saber qué es lo que le agrada, lo que lo ofende, conocer su personalidad o su carácter. Luego de orar y leer la Biblia, toma un tiempo para escucharle.
Por lo general, las personas buscan a Dios para que les resuelva sus problemas, pero olvidan buscarlo para conocerlo. Que él sea Dios debería ser razón suficiente para producir en nosotros el anhelo de ir a su encuentro. Mientras que algunos darían lo que fuera por estar unos segundos con su artista favorito, muchos menosprecian acudir a Dios, incluidos los que decimos creer en él e incluso amarlo.
Las cosas buenas siempre requieren de un esfuerzo extra. Sea hacer ejercicio, comer saludablemente o estudiar para obtener un grado académico. A veces, requerimos ese esfuerzo extra porque no tenemos ganas de hacerlo, aunque sepamos que es bueno. Con Dios pasa lo mismo, a veces no tendremos ganas de orar, pero debemos persistir y vencer los obstáculos. Por la eternidad estaremos disfrutando de su presencia, así que esta vida es un buen entrenamiento para comenzar.
Desde este día y cada día de tu vida aparta un tiempo específico para Dios. Este es el principio de todo. Fuimos creados para conocerle y relacionarnos con él, esto es el propósito de nuestra existencia y por ello la vida ya vale la pena. Aprende a anhelar su presencia en tu vida (Salmos 63:1). Una vida transformada y llena del poder de Dios comienza por esta búsqueda.
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