Entrada destacada

¿PUEDEN LAS MUJERES EJERCER EL MINISTERIO PASTORAL?

Por algunas dificultades técnicas no he podido mantener la regularidad en las publicaciones, pero, teniendo un poco de tiempo, he deci...

lunes, 20 de marzo de 2017

LA VIDA DEL VERDADERO CREYENTE (II)


Estudio bíblico de la primera epístola del apóstol Juan (Cuarta parte)

1 Juan 4

En los dos capítulos anteriores el apóstol dejó claro que no todo el que dice ser cristiano realmente lo es (1 Jn. 1:6,7; 1 Jn. 2:18,19), y enseña que el que verdaderamente es de Cristo tendrá unas marcas o características que dan evidencia de a quién sirve verdaderamente. 
El capítulo anterior dimos inicio a cómo las tres características del verdadero cristiano (Santidad, Amor y Doctrina Correcta), se aplican a la vida diaria. Vimos que la Obediencia es la santidad en práctica y vimos el amor en acción; ahora, en este nuevo estudio, basándonos en el capitulo cuatro de la epístola del apóstol, veremos como la Doctrina Correcta se aplica en la fe.

Fe

Una verdadera fe en Cristo es aquella que se fundamenta en las enseñanzas de los apóstoles y profetas (Ef. 2:20). Estas enseñanzas nos llegan a nosotros por medio de las Sagradas Escrituras que son el medio por medio del cual Dios nos habla hoy.

1 Juan 4:1-3. Desde el mismo momento en que se inició el nacimiento de la Iglesia, el diablo a querido confundir el mensaje. Para esto se ha valido de el "espíritu del anticristo" que no es otra cosa sino la oposición y negación a la doctrina ortodoxa.

1 Juan 4:4-6. El verdadero creyente no será engañado pues en él mora el Espíritu de Dios el cual es mayor que el mundo; si alguno es engañado y sale de la Iglesia no era realmente un hermano en la fe (1 Jn 2:18,19). El verdadero mensaje de Dios no es escuchado, ni le agrada al mundo. Pero el mensaje de los falsos maestros siempre atraerá a las masas de almas incautas que solo buscan satisfacer sus deseos mundanos.

1 Juan 4:7-12. El practicar el amor también es parte de una fe verdadera, pues Dios es amor y nos manda a amar. Pero incluso esto ha intentado imitar el enemigo, por eso podemos ver ciertas manifestaciones de amor entre las falsas iglesias, e incluso, entre los escépticos o ateos abiertamente declarados.
Todo aquel que conoce a Dios ama a su hermano, pero lo ama porque Dios nos amó primero, incluso amamos a Dios por la obra que Él hizo por nosotros; por tanto, las manifestaciones de amor entre nosotros se dan por el amor que sentimos hacía Dios. Este es un amor perfecto en el cual no hay interés por reciprocidad o de ninguna otra clase. Pero no es así en las falsas iglesias, ellos se aman buscando ser aceptados por el hombre y sus manifestaciones de afecto, comúnmente traen intereses por ser gloriados en ello. Por eso esperan ser correspondidos, y en el momento en que no lo son nace la amargura, odio, tristeza y resentimiento en sus corazones.

1 Juan 4:13-15. El Espíritu Santo nos da la seguridad de que permanecemos en Dios ¿Cómo lo hace? Nuestro mensaje y nuestras obras tendrán un único fin: que Cristo sea glorificado y el nombre de Dios sea exaltado.

1 Juan 4:16-21. Entre más nos dedicamos a amar, más nos asemejamos a nuestro Señor. Esto en últimas instancias nos da garantía de nuestra salvación, puesto que si nos parecemos a Él es porque Él está en nosotros ya que su Espíritu es el que hace la obra en nosotros.
El amor también nos ayuda a no temer, pues el Espíritu en nosotros no es de cobardía y sabemos que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús (Rom. 8:35-39)

CONCLUSIÓN

El amor es fundamental en la vida del creyente pues amamos porque amamos a Dios, y amamos a Dios porque Él nos amó primero. Esto implica que es Dios quien es el centro y no nosotros.
Esta es la diferencia: el mundo, la falsa iglesia, los falsos creyentes y los falsos maestros, movidos por el espíritu que opera en ellos el cual es el anticristo, buscará poner al hombre como el centro de todo. Esto es un ataque directo a la deidad y la soberanía de Cristo, la cual no es más que la primera rebelión en la que cayó lucifer (Jn 8:44)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario